Frágiles y detestables ancianos

Si consideramos que las instituciones del ámbito de la salud aumentan cada vez más nuestras expectativas de vida, dejando como consecuencia de esto hordas y hordas de viejos de mierda arrastrandose por las calles, tal vez me consideraría un partidario del terrorismo de la salud.

No soporto ver a la gente envejeciendo y poniéndose cada día más gris, paranoica y poco tolerante, que años más infames nos esperan, en que desperdicio de ser humano nos transformamos cuando llegamos al último período de nuestras vidas arrastrandonos, babeando y perdiendo la memoria.

Tal vez sea sólo mi experiencia personal pero en los adultos mayores que conozco no veo más que resignación, mediocridad y una mirada nostálgica a lo que no fueron. Díganme qué clase de crédito puede recibir una etapa de nuestras vidas si está destinada a vivirse sólo en relación a las demás.
Maldita sea la hora en que se nos metieron en la cabeza esos aires de inmortalidad que nos hacen cada día más longevos. Ya llegará el día en que lloverán pianos de cola y aplastaran a todo aquél que quiera vivir más de la cuenta.